Dolores no es un nombre de mujer

¿De verdad hay gente que siente placer con el dolor? Yo creo que no. Eso no es cierto. O al menos no conocen lo que es el dolor. Decía un tal Dante que el que sabe de dolor todo lo sabe. ¿A qué clase de dolor se estaba refiriendo? Se supone que al del alma, que un vate es un vate; y haberlos haylos. No creo que se refiriera al dolor físico. En aquellas épocas de destierros y excomulgados despatriados, de bulas y contrabulas, de épica descarnada, la metáfora bordeaba una finísima línea entre el empalagamiento y la náusea. Palabras que sólo conocían la minoría de la población -que el resto no sabía leer ni escribir, y ni mucho menos rimar-, no eran más que pensamientos descarriados alumbrados por sentimientos en desmesura. Aquel dolor no era físico -sería demasiado banal para elevarlo a canto-, era mucho más; era metafísico.
De todas formas, no puedo desconfiar del todo de la frase de Dante, porque tiene razón. En parte. Yo creo que el peor dolor de todos es el metafísico, pero el metafísico que deriva del físico, el dolor que nace del dolor. ¿Acaso puede la mente de un enfermo con dolor crónico aguantar la machacona matraca que le recuerda que no se podrá curar nunca, que tendrá que seguir con aquellas laceraciones invisibles durante el resto de su (pongan aquí cualquier sinónimo de estos malévolos adjetivos: desilusionante, patética, humillante, maldita,...) vida? Imagínense lo que es pensar sobre ello una y otra vez, recordar a cada instante (mientras no se está entretenido con cualquier banalidad intrascendente) que no hay remedio para el dolor. Imagínense lo que es hacer conjeturas e hipótesis sobre el futuro que te espera. Imagínense lo que es desesperarse rezando a tus santos, santeros, budas o arquetipos varios, implorando que el efecto de los fármacos dure unos minutos más y tengas la suerte de no volverte adicto a ellos.
Eso es dolor. El que experimente placer a través de el dolor lo hace durante un ínfimo período de tiempo en el que la adrenalina, fruto de su excitación, actúa de parachoques. Son picos de dolor en intervalos pequeños, no una onda constante que tiende a infinito.
PD: no entiendo a la gente que ve House y se parte de risa mientras contempla como ingiere pastillas a mansalva.
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